miércoles, 14 de marzo de 2012

"Catch and release" ®


El cerebro humano funciona de formas misteriosas. 
Estoy sentada en la silla de una oficina pública, a la espera de que un funcionario público de medio pelo, con ínfulas de gran cosa, haga su trabajo automático creyendo que se le debe agradecer como si se tratara de la cura del cáncer, y en medio de pensamientos relativos a la necesaria producción que tengo que lograr, con el cerebro agotado debo confesar, recuerdo las palabras de él, que es un tercero en esta narración, pero que en definitiva es el piso de todo el pensamiento de este cuento.
En un extraño viraje de los acontecimientos, mi recuerdo se ve invadido por el de una película que hasta el momento me había parecido plana y poco memorable dentro del acervo de cinefilia que pueda haber en mi limitada (acepto) mente frívola. Salió hace unos años con el nombre anglosajón de “Catch and Release”, presentada en la cartela latinoamericana con el nombre de “Las vueltas de la vida”. El argumento básico de la película es una mujer que debe lidiar con la muerte de su pareja y en el proceso descubre que su fallecido prometido tenía un hijo con otra mujer, hecho que ella desconocía, por lo que comienza todo un proceso interno emocional relacionado con el sentimiento de rabia y de revisión de su vida en pareja, y la duda entre si sabía o no con quien iba a casarse. Los personajes son bastante irrelevantes, con vidas poco trascendentes en general, y en realidad no se destaca por las actuaciones de ninguno de quienes los interpretan a pesar de encontrarse entre ellos Jennifer Garner, quien me encanta y Juliette Lewis. Pero bien, mi pensamiento no está relacionado con la crítica a la película, sino con un, supongo, pensamiento residual que emergió como consecuencia de circunstancias actuales.
Aunque el guión de la película parece bastante básico, en una segunda vista, así como ésta que produje de forma espontánea, el verdadero argumento no se obtiene sino hasta una media hora antes de que termine, cuando, en una conversación con Juliette Lewis (mamá del niño de la historia) Jennifer Garner (prometida doliente) le dice que había recordado una conversación con su pareja, en la que, de regreso de una tarde perfecta, él le había dicho que tenía algo que decirle y que no sabía cómo hacerlo, a lo que ella le había respondido: ¿Me hará más feliz o menos feliz? a lo que él le respondió “menos feliz”, por lo que ella le dijo entonces déjalo así. El argumento cambia totalmente en el momento en que ocurre esta conversación, pues, aunque aún se trata de las relaciones de pareja, el enfoque que da esa simple escena, produce una conclusión totalmente distinta, y no es otra más, que el papel que jugamos como individuos en una relación. Siempre es sencillo culpar a la pareja, pero pocas son las veces en que nos detenemos a darnos cuenta de cómo nuestro comportamiento, que no necesariamente tiene que ser negativo, afecta la manera en que nos relacionamos con quienes amamos. Es así como, en ese momento, Jennifer entendió dos cosas: la primera de ellas es que aunque se diga que es incontrolable, el amor es un sentimiento consciente, amamos conforme nuestros valores y conforme nuestra intuición. Si no es así, no hay amor o no hay desconocimiento. Ser consecuentes con la realidad, o con la comprensión de la existencia de dos, o con no pretender nunca que se convierta en el tributo a uno, es la parte difícil, lo segundo fue que comprendió que amó la parte importante y real de la persona con la que estaba… las demás eran simples circunstancias.

Nos Vemos en el Espejo...