viernes, 17 de diciembre de 2010

Mis deseos para el 2011

Leoooooo, Leo, Leo, Leo… Leoooo, Leoooooo…. Leooooooooo…! ups perdón, me emocioné, es que está en su mejor momento la temporada de la LVBP y como buena fanática me emociono con la idea sobre todo teniendo a mis amados Leones encabezando la tabla de las clasificatorias. Nací entre fanáticos de los Leones del Caracas, en la cuna que los arropa, la gran Caracas, hoy maltrecha y maltratada por el tiempo y los malos gobiernos, pero que sigue siendo mi gran Caracas. De niña nos llevaban a mi y a mis hermanas a los partidos en el diamante del Universitario y éramos las más felices comprando cuanta camisita, gorrita, cotufitas y perolitos vendieran en el estadio y entendiendo muy poco de lo que era el juego, gozábamos viendo a los hombres grandotes corriendo de almohada en almohada y dándole a la pelota con un bate, quedábamos tan cansadas que llegamos dormidas las tres a la casa.  Con los años, crecimos y entre cosas, a los trancazos y de a poquito, medio aprendimos las reglas del beisbol y ahora de grandes, gozamos igualmente las temporadas. Aprendimos lo divertido de las rivalidades entre fanáticos con el toque del humor venezolano. Yo particularmente, aprendí cosas nuevas con el beisbol, la primera la mala maña de “ligar” las carreras sin hablar (con lo que gozo un “puyero” mandando a callar a la gente en la casa y oyéndoles los gritos por molestar) que me lo enseñó el mismo que me enseñó otras cuantas cosas más relativas a la pelota venezolana, como que al fanático no le gusta leer sino a quien sabe de lo que escribe y que si no sabes de lo que hablas, pues calladito te ves más bonito jajajajaja. Descubrí lo sabroso que es buscarse un rinconcito en algún sitio a disfrutar con los panas, cuando no puedes ir al estadio a ver la temporada, a tomarse las cervezas y a fregarle la paciencia a algún magallanero arrepentido o un tigre de muchas rayas (humor de caraquista, mis disculpas) y ahora, que tengo el Blackberry, agregué otra diversión a la temporada, me divierto como nunca leyendo los chistes que se inventa el venezolano ante la derrota o la pérdida de cada uno de sus equipos, los escándalos que arman por el PIN luego de la victoria y el silencio de teléfonos apagados luego de la fanfarronería. Sí, definitivamente la pelota venezolana me encanta y disfruto las temporadas. Esperemos que nuestra  realidad política no se intensifique en términos de dolor y nos permita abstraernos de ella un par de horas más en esta navidades que se han desvanecido entre las tragedias naturales y la tragedia de gobernantes que nos gastamos en Venezuela. Hasta ahora he visto gran parte de los juegos de las clasificatorias, pero sólo uno cautivó mi stress, mi atención y mi emoción en esta temporada tanto como el penúltimo juego de la final del año pasado, y fue el ocurrido en el Estadio Universitario el día martes entre los eternos rivales, juego donde hubo desde “OUT” en la goma hasta “pelotas incrustadas”, un juego excesivamente emocionante que se empató a 6 carreras en el noveno inning, teniendo en su haber Los Gloriosos Leones dos estrikes, tres bolas y dos out con el Poderoso Kroeger al bate, convirtiéndose en “La Pesadilla” de nuestros rivales por excelencia en el terreno de juego hasta el inning 12, cuando terminara con un doble de “La Pesadilla” para ganar el partido, la seria particular contra los Magallanes y el primer puesto en la tabla de clasificatorias. Justo días atrás estaba comentando uno de los narradores de uno de estos canales de televisión que este año los Leones no se habían destacado por su normal conducta de remontar juegos que iban perdiendo en los últimos innings, lo que ciertamente cambió, en especial ese día.

Tengo que reconocer con sinceridad que me encanta el beisbol, lo disfruto, más que el futbol, pero en especial amo el beisbol venezolano porque cada uno de los equipos, aunque no lo parezca, son muestras vivas de los gentilicios y características propias de cada uno de los sitios a los que pertenecen, los Leones con su tenacidad y su sorpresiva capacidad de despertar justo cuando es necesario, Magallanes con su arrogancia, pero debo reconocer, juego de calidad y las Aguilas con típica acidez e irreverencia en el terreno de juego como en la vida de la “República Independiente del Zulia”, por ejemplo, y ciertamente espero que algún día sea, nuevamente el Beisbol la única rivalidad que exista entre nosotros, los hermanos venezolanos.

Un beso mi gente, y nos vemos en el espejo…