sábado, 2 de octubre de 2010

Esta mañana tenté al demonio

No tengo idea de cómo comenzar este post, pero sí sé a quién se lo quiero dedicar, me encanta cuando las palabras sobran, que puedo decir, soy una romántica empedernida. La verdad es que hoy quiero hablarles del duelo, pero no de la parte fea del duelo, sino de la que realmente importa. El duelo es una circunstancia necesaria en la vida, algunos son cortos, casi ni lo perciben ni siquiera quienes lo viven, es ese que se produce con las pequeñas decepciones diarias; hay otras oportunidades en que es largo y doloroso; en ambos casos es el paso previo a la aceptación…”

Eso no es un extracto de ningún autor reconocido, a menos que lleguemos a ese lugar común que nombra a mi alma un libro. Eso lo escribí yo, hace tiempo ya, por eso me escribo entre comillas. Sí, confieso que hace varios meses atrás escribí un post que nunca publiqué porque no sentí honesto publicarlo en ese tiempo, aún me faltaban cosas por aprender, pero como todos los que escribimos, aún cuando nos editamos, nos exigimos, en honor a la sinceridad, no censurarnos, en ningún sentido. Así que, para mi propio defensa debo decir, que no me censuré, simplemente permití que el tiempo diera espacio a las palabras que hoy digo. La verdad es que lo releo y estaba incompleto, al menos, faltaba algo de mí. De hecho una persona que lo vio sólo pudo comentar “…está muy bien escrito…” pero no me encontró en él, aún cuando no lo dijo, sé que no me encontró en él. Así que no queda de otra que comenzar de nuevo, y voy a comenzar así:

No tengo idea de cómo comenzar este post, pero sí sé a quién se lo quiero dedicar, me encanta cuando las palabras sobran, que puedo decir, soy una romántica empedernida. Esta mañana tenté al demonio, tenía ganas de escribir así que sacudí las fibras y le mandé un mensaje, y él me respondió; saben que me respondió? Me respondió ésto: “Ja!Ja!Ja!… revisa los hilos que salen de tus extremidades… esos que hacen que te muevas en la dirección que yo deseo… esos que aún llevas con un placer enfermizo… esos que te dominan pero que al mismo tiempo NO TE DEJAN CAER… querías material para escribir?… ESCRIBE!!!!! Jajajaja, la conversación fue todavía mucho más larga, y terminó en silencio de su parte, obviamente porque pretender establecer que sigue mandando en mi vida de la misma manera en que lo ha hecho siempre, jajajajajajajajaja…. Entonces me di cuenta, mi vida no es lo mismo que fue hace varios años atrás, no es ni siquiera lo mismo que fue hace unos meses atrás. Confieso que viví un tiempo de duelo, por varias perdidas, pérdidas físicas y afectivas que afectaron profundamente mi manera de ver la vida, que me golpearon fuertemente y para las que no estaba preparada, así que, como en todo duelo, salieron a relucir los demonios que aprovechan ese tiempo de vulnerabilidad para poder hacer de las suyas; por eso debo nuevamente confesar que me costó manejar de muchas maneras las pérdidas propias y naturales del devenir; lo bueno, es que aprendí. Por eso es que hoy quiero hablarles del duelo, pero no de la parte fea del duelo, sino de la que realmente importa. El duelo es una circunstancia necesaria en la vida; algunos son cortos, casi ni lo perciben ni siquiera quienes lo viven, es ese que se produce con las pequeñas decepciones diarias; hay otras oportunidades en que es largo y doloroso; en ambos casos es el paso previo a la aceptación. No importa cuál, el duelo es necesario, y para poder aprovecharlo debe saberse dos cosas, primero, que lo común a todos los duelos son los demonios que se presentan; lo segundo, que lo propio de cada uno es la manera en que los enfrentas; ese enfrentamiento dependerá directamente de la manera en que has vivido tu vida, pues ella es la conclusión de tus acciones, cuan mejor hayas vivido tu vida más pequeños serán tus demonios, no porque ellos sean pequeños, sino porque tú serás más grande. Si me escucha, picado como es, estoy segura que replicará para confirmar su teoría de que nunca crezco y de que más que él no puede nadie, ojalá, me divierto con eso porque entre las muchas cosas que aprendí es que no hay nada más sabroso ni que te dé más certeza de que has superado una etapa de tu vida, que el hecho de poder llamar a tus demonios e invitarlos a tomarse un café, sentarse a hablar con ellos y dejarlos que se queden cuanto sea necesario, inclusive, no hay nada más sabroso que aprender a vivir con ellos y dejarlos que se vayan cuando creen que deben hacerlo, pues, no hay nada más sabroso que tomar las riendas de tu vida. Si, así de mucho he aprendido, sin embargo, ahora es que me queda camino, tengo cosas por conversar con los pequeños mounstricos, eran ariscos y agresivos, pero ya no lo son tanto, ahorita sólo son atrevidos y sacan mi lado temerario, pues coqueteo con la idea de su presencia en mi vida, que sea el tiempo el que diga. Como dije al principio, no sé como comenzarlo, pero sí se a quien se lo quiero dedicar.”

Jajajajaja… nos vemos en el espejo…