martes, 19 de abril de 2011

Eres

Eres la imagen redundante, el lugar común de mi poesía, lo que hace perfecto el sonido y el tiempo, el adiós conocido, el retorno esperado.

Eres la intensidad, de mis venas o de la lluvia que arrecia, en las letras que llenan el papel insulso, el no del negado y la oscilación de su seña.

Eres la línea, del mar que besa la arena o del cielo que besa el suelo que flota sobre el océano; Los ojos que ven sin desviar la mirada, aún siendo descaro, la entonación del sarcasmo, lo evidente en lo obvio. 

Eres la imagen perdida en la amnesia de mis manos, cicatriz en la piel: recuerdo y pasado. La sal en la herida: el dolor y la cura, y aquel que diga que el recuerdo es pasado, no tiene vida sino memoria.

Eres entender la muerte como la vida misma: La muerte del toque de tu mano en mi mejilla y la vida en los resquicios de mi piel ante ella. Eres la muerte del deseo entre tus brazos: la vida de una nueva conmoción en mis curvas y tu cuerpo.

Eres la muerte de un momento que dejará vivo en el ocaso de nuestra razón, justo al morir la realidad y vivir el sueño, un presente que no retornará, viviendo el nombre del tiempo, haciendo verbo la vida: Tu amor, muriendo cada minuto que lo entregas y renaciendo en el mismo momento de su muerte para hacerme morir y vivir en su suerte y en la mía.

Eres la curva en la gota, lo torcido en la mentira, la luz en la sombra, el centro entre los extremos.

Eres lo que está aunque no seas, pues no siendo, estás aunque no quieras.