lunes, 23 de agosto de 2010

Algunas de esas pendejadas que pensamos cuando estamos cocinando solos…

Me gusta cocinar, de todos los placeres, es uno de los que más disfruto. Creo que es de los humanos el más humano, pues ninguno (aparte del sexo, claro está) te permite hacer uso al mismo tiempo y con un mismo fin de todos los sentidos; con ningún otro placer, el cuerpo todo se ve provocado de la forma más concreta posible a hacer uso plenamente de las capacidades que tiene para crear. Así que ayer, que me dediqué a cocinar, no pude dejar de ponerme a pensar en medio de las cebollas que arrojaban al aire ese dulce amargo aroma al sofreírlas, y en medio de lo mucho que salivaba pensando en cómo se deshace el queso derretido en la boca; en cómo nos olvidamos, con la “rutina de vivir”, de cosas tan sencillas como que el cuerpo no es sólo una máquina que sirve como receptáculo del alma; cómo nos olvidamos también que si nos dedicamos a alimentar sólo uno de ellos, se produce un desequilibrio que puede ser mortal, y cómo no nos damos cuenta que el cuerpo no sólo necesita ser alimentado con comida; desde el punto de vista tangible, hay muchas cosas que tienen que ser alimentadas para que funcionemos cómo debemos hacerlo. En gnoseología y en lógica se dice que sólo los espíritus puros acceden al conocimiento a través de la intuición, los espíritus mortales como el mío, acceden al conocimiento a través de la razón, y también de lo concreto. En el medio de la cocina ayer en mi casa, entendí otro de los por qué me gusta tanto lo humano, pues confieso, soy viciosa de ello, no es otro que porque disfruto a plenitud la satisfacción de las necesidades de los sentidos. En medio del agua hirviendo, del ajo chisporroteando en la mantequilla ardiendo, en medio de la temperatura perfecta del agua para que la pasta alcance su punto exacto de cocción, reafirmé que cuando dicen que Dios nos hizo a su imagen y semejanza (y lo digo sin la intención de poner en tela de juicio ninguna creencia) creo que nos hizo a imagen y semejanza de su mejor parte! Estoy segura. Cuando pienso por un rato en las características del hombre, me doy cuenta que sólo hay una conclusión posible: es perfecto (al menos para lo que yo quiero). Desde el punto de vista concreto, el cuerpo, visto como él sólo, es una obra de arte; todo está en su justo sitio y tiene la capacidad de solucionar por sí mismo todos problemas que se le presentan, incluso los que venimos rotos; el cuerpo humano, (así como todas la formas de vida) tiene la capacidad para “ser” por sí solos. Por otro lado, desde el punto de vista etéreo, tiene la herramienta perfecta para lograr la felicidad que tanto anhela, la psiquis es única, podríamos decir que es “un soplo del aliento de los Dioses…”, y más se reafirma lo que creo, cuando pienso entonces en la unión de ambas: ¿qué mejor combinación de lo abstracto y lo concreto? ¿qué mejor combinación de lo banal y lo eterno?; sí, definitivamente sólo lo creado a imagen y semejanza Divina puede llegar a funcionar tan bien siendo tan complejo, es más, practicando la irreverencia, podría decir que somos un ejercicio del egocentrismo divino, hechos para que puedan los “supremos”, recrear eternamente su génesis. Gracias a Dios, me toco vivir en el mundo en el que vivo y no en la edad media, en el oscurantismo o en Arabia Saudita, pues con un pensamiento tan libertario (nunca anarquista por supuesto, mi pensamiento no es político es del ser en sí mismo) ciertamente habría sido quemada en la hoguera por bruja, pecadora o inmoral. Sí, en medio de mi cocina ayer por la tarde entendí que soy humana y mi misión en esta vida, aparte, por supuesto del eterno filosófico, “¿quién soy? ¿para qué existo?”, es aprovechar la vida de la mejor manera posible. Viendo como he visto al ser humano en varios de sus planos: el oscuro y masoquista que acepta el “tormento” de la vida sólo si puede cambiarlo por los placeres eventuales, efímeros y momentáneos que en ella existen; el puritano que reniega y que nombra “los placeres de la carne” como pecados que lo alejan del camino espiritual; el pagano que ve la vida como un mundo sin responsabilidades; o el que convierte la vida en un mundo plano que nos hace sólo un eslabón de la cadena alimentaria, estoy segura que todos los excesos son dañinos; habiendo vivido la vida desde la óptica del atormentado, del puritano, del irresponsable y del llano, hoy digo con certeza que prefiero la del humano, prefiero vivir la vida bajo la premisa del equilibrio entre lo que tengo, lo que soy, lo que quiero y lo que hago, para conseguir un “lo que vivo” pleno. Si, también lo pensé, quién sabe, aún me queda mucho por vivir, si alguien tiene una forma mejor, dígamelo, porque últimamente amanezco con ganas de aprender, pero mientras tanto, estoy convencida, que no hay mejor forma de hacerlo, por supuesto, algún exceso es consentido de vez en cuando, al final del cuento no es lo importante el exceso (forma parte de lo que somos y eso también se disfruta), sino que puedas regresar a tu elemento.

Y por cierto, sí, para quienes están preguntando, la comida quedó “del carajo” me lo comí todo, hasta el brownie con helado!

Vivan felices, y nos vemos en el espejo…